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  Muestre a los niños a Jesús
 

Muestre a los niños a Jesús

Anne-May Müller
Directora de los Ministerios de la Familia
Unión de Dinamarca, División Transeuropea.


“Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él.» Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos” (Marcos 10:13-16 NVI).

“Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descan-so. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de cora-zón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana” (Mateo 11:28-30 NVI).

 He visto artistas intentando recrear la escena de Marcos 10 que acabamos de leer. Ellos parecen estar tranquilos, cómodos, pacíficos y llenos de felicidad. Creo que así fue después de un tiempo, pero no al principio. En el texto bíblico que leímos, Jesús reprendió a los discípulos porque ellos estaban amonestando a los niños. Jesús se indignó, dice esta versión, por lo que  los discípulos estaban haciendo con los niños. Quizás los discípulos pensaron que los niños eran demasiado ruidosos, habían susurrado muy fuerte durante el sermón, o posiblemente habían derribado la caja de lápices de colores sobre el piso del templo, o jugaban con las piernas, porque no podían alcanzar al piso, debido a que las bancas eran muy altas. O tal vez estaban con hambre y refunfuñaban porque ya había pasado la hora habitual de su almuerzo o su siesta de la tarde.

 No sé exactamente cuál era la situación, pero estoy segura que los discípulos hicieron lo que ellos pensaban que era lo correcto hacer. Sin embargo eso no agradó a Jesús. En su presencia hay espacio para todos – aún para los niños. Por eso dijo esas famosas palabras “Dejen que los niños vengan a mí”. Note que no hay condiciones. Él no dijo, “Dejen que los niños vengan a mí, si ellos saben sentarse bien”, o “dejen que los niños vengan a mí, si sus ropas están limpias”, o “Dejen que los niños vengan a mí si ellos están quietos mientras hablo”. No, Él dijo, “Dejen que los niños vengan a mi y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos.
 
 Jesús dejó venir a los niños. Entonces nosotros también deberíamos dejar que ellos vengan a Él. Luego añade un desafío para nosotros – que no debemos obstaculizar su camino para llegar a Él. En nuestros días hay mucho énfasis en como un mensaje se debe comunicar, es decir, el “estilo” que se le pone. Si Jesús hubiera tenido un buen publicista dirigido por un asesor de comunicación, no dudaría que le hubieran aconsejado a Él modificar su mensaje. “No”, no es una expresión popular; sino que señala que usted ha hecho algo equivocado. Esta frase puede crear vibraciones negativas y hacernos sentirnos culpables. A nosotros no nos gusta escuchar “no lo hagas”. Pero Jesús dice claramente, “no se lo impidan”. Esta es una declaración muy nítida. ¡Nosotros no estamos permitidos a impedir que ellos se acerquen a Jesús!

 ¿Qué podemos hacer para que consigan su camino? Tengo dos sugerencias: Mostrarles a Jesús en la iglesia y en la vida del hogar.
 
Mostrándoles a Jesús en la Iglesia

 Si no llevamos a nuestros hijos a la iglesia, estamos realmente impidiéndoles llegar a conocer a Jesús a través del compañerismo de los otros. Por supuesto, que un niño puede aprender sobre Jesús en otros lugares además de la iglesia, pero tener a un niño fuera de la Escuela Sabática y el culto de la iglesia, es realmente excluirlo de las posibilidades de aprender sobre Él que está allí.

 Quizás usted no quiere impulsar a su hijo a que conozca a Jesús, o está poco dispuesto de presentarlo en su temprana edad a Jesús y al cristianismo. Tal vez piensa que a los niños debe permitírseles que elijan por sí mismos cuando sean mayores. Si son estas las razones por lo que usted no lleva a su niño a la iglesia, está realmente haciendo la decisión por él. ¿Cómo es que ellos van elegir amar a Jesús cuando tengan dieciséis años, si nunca se les presentó y enseñó de Jesús? ¿Cómo se relacionarán con su iglesia, si nunca lo han encontrado allí? ¿Qué usted piensa que un adolescente elegirá? Los estudios muestran que los niños a menudo suelen hacer grandes decisiones acerca de los valores de su vida en su temprana edad. Los valores en los que un niño construirá su vida, con frecuencia lo eligen antes de llegar a la adolescencia. Entonces, cuán importante es para los padres hacer una elección consciente para asistir a la iglesia con sus hijos. Sin ese propósito sobre el sábado, y si su relación personal con Dios es débil, es muy fácil escabullirse. Con el tiempo, una decisión no elegida, llega a ser una opción opuesta.

 He encontrado que para un niño, no le es muy difícil creer. Un niño generalmente no tiene dificultad para creer en Jesús como un amigo apreciado, aunque ellos no lo puedan ver. Sus oraciones provienen de sus corazones y con frecuencia son una expresión de lo que están pensando y sintiendo en el momento.

 Todavía recuerdo un sábado de tarde cuando mi hijo de 3 años estaba parado en nuestro jardín mirando las hojas del viejo árbol de manzanas y oraba con toda la fuerza de sus pulmones, “Hola Jesús, ¿cómo estás? ¿Quieres jugar?”  Estoy absolutamente segura que Jesús estaba sonriendo en ese momento, oyendo y mirando a mi hijo, e inmediatamente enviaría unos veinte ángeles para abrazarlo y asegurarle que Él estaba deseoso de jugar con él. Jesús está deseoso de ver a nuestros hijos en el cielo, donde un día ellos puedan juntos escalar los enormes árboles de manzanas. Imagine si yo hubiera impedido a mi hijo que orara así y le hubiera dicho, “No puedes hablar a Jesús de esa manera. Tienes que arrodillarte y cerrar tus ojos cuando oras” o, debes comenzar la oración con “Amoroso Padre celestial”. No – estoy segura que Jesús si oyó esa oración, pues provenía de un niño. Es un privilegio experimentar qué clase de fe está creciendo en un niño. Para mí es un recordatorio de cuán importante es no obstaculizarles a que ellos tengan buenas experiencias cristianas en la iglesia.

 En realidad, es un desafío mantener a los niños de ser impedidos de conocer a Jesús en la iglesia. Si ellos deben aprender a amar a Jesús en la iglesia, debemos dar oportunidades donde esto sea posible que acontezca. Si no queremos obstaculizarlos, debemos tener muy presentes las palabras de Jesús en nuestros corazones. “Deje que los niños vengan aquí a la iglesia, para que podamos enseñarles acerca de Jesús”.

 Cuando miro el pasado, recuerdo las iglesias de mi niñez como muy “amigables con los niños”. Allí se desarrollaban Escuelas Sabáticas de niños, muy buenas y estables. La iglesia más cercana estaba a ¡200 kilómetros de distancia! Esa iglesia era pequeña, pero tenía una atmósfe-ra amable y receptiva. Allí había sólo un niño de mi edad, que también estaba en mi escuela y en mi misma clase. ¿Cuán importante era para esa iglesia tener una  clase de Escuela Sabática para dos? En realidad, no sabemos cuán importante esto era para la iglesia, pero si era muy importante por lo menos para UNA persona en la iglesia, aquella quién se comprometió a ser nuestra maestra cada sábado, por todos los tres años que viví en ese lugar. ¿Qué clase de impresión usted piensa que eso hizo en mí? ¿Cómo cree que formé mi visión de la iglesia? ¿Yo era importante? ¿No lo era? ¿Era esencial que nosotros aprendiéramos acerca de Jesús en la iglesia? o ¿no era una gran cosa?

 Cuando los años pasaron, llegué a ser una adolescente – una adolescente que sabía que en esa iglesia había un espacio para mí. Podía desarrollar mi fe y hacer mis propias preguntas. Sabía que podía ir a esa iglesia y aprender sobre Jesús. Porque esa única maestra no se molestaba de ir a enseñarnos semana tras semana, aunque éramos apenas dos en su clase, yo sabía que éramos niños importantes.

 ¿Cómo son las cosas en nuestra iglesia hoy? ¿Los niños saben que es importante para nosotros que ellos aprendan a conocer a Jesús? ¿Ellos saben que queremos que ellos vengan a Él? ¿Creamos la estructura donde ellos pueden desarrollar su fe? ¿Son ellos importantes para nuestra hermandad? o ¿ponemos obstáculos en su camino? ¿Es importante para nosotros que haya una Escuela Sabática buena y eficaz para los niños, para que los fundamentos de su fe estén firmemente establecidos? ¿Es importante que ellos sientan que son una parte importante del culto? ¿Nos atrevemos a involucrarlos en el trabajo de la iglesia, y darles responsabilidades de acuerdo a su edad? ¿Nos atrevemos a demostrar que nos es realmente muy importante que ellos conozcan a Jesús como su mejor amigo, así como lo es para nosotros?

 Si queremos dar significado a las palabras de Jesús en el hogar y en la iglesia, entonces quizás podemos decir así: Es la responsabilidad de los padres traer a los niños a la iglesia, y la responsabilidad de la iglesia es la de asegurar que ellos permanezcan en ella.

Mostrándoles a Jesús en el hogar

 Al conducir el hogar también debemos asumir la responsabilidad de mostrar a los niños a Jesús. Si los estudios son correctos al decir que los niños deben hacer sus decisiones de seguir a Jesús alrededor de los 11 años de edad, entonces esto plantea algunas preguntas para nosotros. ¿Sobre qué ellos deben construir esa decisión? ¿Sobre las doctrinas? ¿Sobre las 28 Creencias Fundamentales? No. Si usted fuera un niño en esa etapa, lo que tiene es su propia experiencia. A usted le agrada algunas personas y la forma como hacen las cosas. En otras palabras, los niños gustan de los valores que ellos han visto que otras personas viven. Los niños aprenden de muchas diferentes maneras, pero la manera más poderosa que ellos aprenden, es viendo lo que otras personas hacen. Esto es muy cierto, especialmente en los niños pequeños.

 No estoy orgullosa de contarle la siguiente historia, pero ilustra mi punto de vista. Nuestro hijo menor, que hoy tiene 2 años de edad, ha visto que sus hermanos mayores y sus padres usan la computadora muchas veces. Él nos ha visto al frente de la computadora tan a menudo de lo que debería ser, creo que algunas veces esto nos quita el tiempo de la familia. Una mañana, mi pequeño vino a mí con una grande sonrisa y con ojitos centellantes dijo, “compu mami”. Él estaba orgulloso de sí mismo y quería avisarme que había prendido la computadora y estaba mirando la película “el oso Winnie”. Nunca le había mostrado cómo operar la computadora, pero él había visto muchas veces como se hacía, que ya sabía exactamente cómo hacerla funcionar.

 ¿Qué es lo que mostramos a nuestros niños? ¿Les mostramos que Jesús es esencial en nuestras vidas? ¿En nuestras familias? o ¿les mostramos que Jesús es alguien que no tiene tiempo para hoy? Para mí, estas son preguntas dolorosas para hacer y más dolorosas aún son para responder.

 Voy a compartir una ilustración que una vez escuché a un predicador usar. Imagínese que tiene que traer la antorcha olímpica en la etapa final de entrada al estadio para la ceremonia de apertura de los Juegos. Usted es un buen corredor, rápido y decidido – por eso fue seleccionado. Está decidido a correr muy rápido, pero en medio del camino un viento fuerte viene y apaga la antorcha. Usted queda confundido, ve a la antorcha y también a su reloj – está en buen tiempo, entonces continúa corriendo hacia la meta. Cuando llega al estadio, todos están de pie es-perándolo. Usted ha hecho un buen tiempo y espera los aplausos y los elogios de la multitud. Pero en lugar de eso, todo está tranquilo. Nadie está aplaudiendo. En vez de eso, todos se preguntan “¿Dónde está la llama?”

 Usted olvidó que la meta no era correr rápidamente, sino lograr que el fuego llegue a su destino.

 ¿Dónde está el fuego? ¿Está viéndolo? ¿Está cuidando la llama? ¿Está seguro que usted tiene algo para transmitir a sus hijos, o está tan ocupado en correr que la antorcha está apagada? ¿Estaría bien si los miembros de iglesia y los padres fueran expulsados? ¿De quién entonces los niños heredarían la fe? ¿De dónde ellos conseguirían el fuego para sus antorchas, si las nuestras no están prendidas?

 No es ningún secreto que hoy las familias están bajo una intensa presión. Tenemos muchas cosas que queremos hacer y normas que queremos mantener. En mi vida, los días pasan tan rápidos que parecen solo desaparecer – llenos de cosas que queríamos haber hecho. No hay mucho espacio o tiempo para recargarse y tomar un tiempo de descanso con Dios. A menudo me siento cansada y agobiada. Cuando llega el tiempo de descansar estoy preocupada por tantas cosas que “debía” haber hecho, pero no tuve tiempo para ellas.

 No es solamente a los niños a quienes Jesús llama vengan a mí. Él nos dice a todos, “Vengan a mí”.

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”  (Mateo 11:28-30).

 Es una carga pesada ser ejemplo para los hijos y ser responsable de ayudarlos a conocer a Jesús como su Amigo personal. Pero también es fantástico dar esa carga a Jesús y saber que en Él, puedes encontrar descanso.

Mochilas cargadas – Una ilustración

(Nota: La siguiente ilustración será más eficaz si usted usa su propia vida como un ejemplo. De lo contrario, usted puede usar la ilustración del autor que es real y no confeccionada. Use una mochila y un cúmulo de piedras. Ponga las piedras en la plataforma antes que comience el culto. Pida que un niño mayor o adolescente los ponga en la mochila y pase al frente para que le ayu-de con esta ilustración. Cuide de que la mochila no esté muy pesada para el juvenil).

 Esta mochila ilustra mi semana; representa las cosas que han sido pesadas para mí, las cargas que he llevado. Aunque usted no la vea, estoy cargando esta mochila cuando vengo aquí a la iglesia el sábado por la mañana. Usted también tiene su mochila, como la mía, con las cosas que ha cargado esta semana. Examinemos más detenidamente una semana típica:

 ∙  Lunes de mañana: La leche que está en la refrigeradora está agria.*
 ∙  Lunes de tarde: Mi cuñada está implicada en un accidente de carro muy serio, pero milagrosamente está viva y sin daños físicos.*

 ∙  Lunes de noche: He tenido que ir a una reunión del trabajo y no llegué a la casa hasta después que los niños se durmieron.*

 ∙  Martes: Estoy muy ocupada en el trabajo.* Recibí un comentario desagradable de un colega.* Recibí un e-mail muy enojado de otra persona.* Olvidé una cita.* Me hice tarde para ir y recoger a mis hijos del Jardín de Infancia y la Escuela.*

 ∙  Martes de noche: En la casa están esperando una monta de ropa para lavar.*

 ∙  Miércoles: Uno de los niños necesita que lo lleven a un especialista del oído.*

 ∙  Miércoles de noche: Hay que asistir a una reunión en el colegio de los niños.*

 ∙  Jueves: Celebramos el cumpleaños de mi hijo en el Jardín de Infancia y he tenido que hacer la torta.* Mi sermón para el sábado, no está terminado todavía.*

 ∙  Jueves de noche: Mi hijo está enfermo y vomitó en su cama.*  Más tarde él volvió a vomitar – en mi cama.*

 ∙  Viernes: La “limpieza del viernes” imposible de hacer; hemos abierto las puertas y las ventanas para que las pelusas e hilachas se arrastren por sí mismas.

 ∙  Viernes de noche: mi conciencia está torturada porque el tiempo del culto familiar consistió solamente de una historia para dormir precipitada y una oración.*

 El Sábado de mañana esta carga pesada está sobre mi espalda cuando llego a la Escuela Sabática y el Culto Divino. Así es como usted me encuentra. Usted también lleva su mochila con un lote de piedras de la semana así como la mía. Y usted y yo además llevamos algunas cargas adicionales como:

 ∙  Preocupación por la edad de los padres, quienes necesitan un nivel de cuidado que usted no puede proveerles y ellos no quieren ir a un centro de cuidado de ancianos.*

 ∙  Preocupada por la hija que llegó a la casa con un zarcillo en la nariz.*

 ∙  Preocupada por el enamorado de su hija, de quién usted espera sea su “príncipe azul” es un vago con un mal carácter.*

 ∙  Se olvidó del cumpleaños de una amiga.*

 ∙  En la tienda no encontró la promoción que usted esperaba encontrar.*

 ∙  Sus hijos o nietos no la visitaron, ni escribieron, ni llamaron esta semana.*

 ∙  Usted está esperando por los resultados de un examen médico.*

 ∙  Está preocupada porque no puede solventar la compra de la casa o departamento al cual esperaba mudarse.*

 Y podríamos continuar enumerando más.

 Entonces, usted y yo llegamos a la iglesia el Sábado de mañana. Cuando llegamos allí, podemos enfrentar algunas cosas que echan más piedras adicionales a nuestra mochila como:

 ∙  El estacionamiento está lleno y usted tiene que estacionar lejos de la iglesia, por lo que tendrá que caminar una buena distancia para llegar.

 ∙  Un diácono estricto le da cierta “mirada” porque usted está llegando algunos minutos tarde.*

 ∙  La Escuela Sabática de niños ha sido cancelada porque la maestra no vino a la Iglesia, entonces usted tiene que planificar alguna cosa en ese momento para sus hijos.*

 ∙  Una persona de la fila de delante de usted está incomodada y da miradas de disgusto porque sus hijos derramaron los colores sobre el piso.*

 ∙  Los niños preguntan, ¿A qué hora es la historia para los niños? pero por alguna razón en ese servicio de culto se ha omitido la historia.*

 ∙  Alguien está ocupando su “silla o banca” donde usted acostumbra sentarse.

 ∙  Usted olvidó su himnario y no hay himnarios en su banca.*

 ¿Alguien quiere llevar esta mochila una semana por mí? Está muy pesada para cargarla. Por eso Jesús nos dice, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar”  (Mateo 11:28). Pablo nos recuerda que deberíamos “Sobrellevad los unos las cargas de los otros; y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2).

 Pablo dice “lleve cada uno las cargas de los otros”.

 Cómo sería si usted y yo venimos a la iglesia y fuéramos recibidos con una sonrisa amigable que nos dijera:

 ∙  Qué lindo que usted vino a la iglesia hoy ¤     (¤ = quite una piedra de la mochila).
 ∙  Los llevo a los niños a sus salones de Escuela Sabática. ¤
 ∙  Tengo comida en la casa; ¿quiere venir con nosotros para el almuerzo? ¤
 ∙  ¿Cómo pasaste la semana? ¤
 ∙  Oré por ti esta semana. ¤
 ∙  Te llevo a tu casa en mi carro después del culto, así no tienes que tomar ómnibus. ¤
 ∙  No tengo nada para hacer esta tarde, ¿hay algo que pueda ayudar con el grupo de jóvenes? ¤
 ∙  Me gustaría ayudar a limpiar la iglesia de tiempo en tiempo. ¤

 De esta manera, poco a poco – mostrando interés, sonriendo, abrazando, pronunciando palabras amables y una mano extendida, sacamos las piedras de las mochilas de los otros. Esta es la manera como literalmente cargamos los bultos de los otros. Estos actos de bondad muestran a nuestros hijos y a todos los otros, que el amor de Jesús transforma los corazones. Mostramos que Jesús ha hecho algo especial dentro de nosotros, cuando Él llega a ser nuestro mejor Amigo.

Conclusión

 Jesús nos dice que los niños deben venir a Él; y nos prohíbe obstaculizarlos. Al mismo tiempo nos da a los adultos la seguridad que podemos venir a Él también, con todas nuestras preocupaciones, inquietudes, cargas, culpas y conciencias agitadas. Si debemos ayudar a los niños a venir a Él, primero es necesario que lo experimentemos como un Salvador amoroso y disfrutemos del descanso que su gracia trae a nuestros corazones agobiados.

 Cuando nuestros hogares lleguen a ser lugares donde los niños experimenten el amor de Jesús puesto en práctica, cuando ellos sientan que el tiempo con Jesús en oración, en el estudio de la Biblia, en el culto familiar y la asistencia a la iglesia, nos importa a los adultos, entonces como padres estaremos respondiendo al mandato de Jesús, “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan”.

 Cuando la iglesia llega a ser un lugar donde hay espacio para que nuestros hijos crezcan y experimenten el amor de Jesús en la práctica, entonces mostramos que hemos tomado seriamente su mandato de dejar que los niños vengan a Él sin pararnos en el camino para impedírselo.

 Cuando el hogar y la iglesia trabajan juntas para guiar a los niños a una relación amorosa con Jesús, entonces sus bendiciones se derramarán en nosotros.

 Dios nos ha dado – como padres, pero también como miembros de iglesia, una gran responsabilidad al encomendarnos a estos pequeños, sus hijos.

 Que podamos recibir su amor, paciencia, fortaleza y gracia para cumplir con ¡esta responsabilidad!

 

 

 
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